Hace ya algún tiempo que vengo a darle vueltas a este tema, en como la escuela puede llegar a parecerse a una prisión. Y de ahí que trate de buscar cuales son las diferencias entre una y otra. No trato de hacer demagogia con este tema, al igual que no trato de menospreciar el grandísimo trabajo que hace algunos funcionarios de prisiones, al igual que sucede en educación. Lo que trato de analizar es el sistema escolar en si, como del mismo modo trato de analizar el sistema carcelario en si. Esperemos que nadie se sienta ofendido y que todos y todas aporteis vuestra visión a este tema, ya que creo que todos podemos aprender debatiendo 🙂
Me gustaría empezar recordando a Foucault quién se atreve a señalar que la escuela no es más que una CARCEL MODERNA. Quizás pueda parecer disparatado este mensaje pero creo que más que olvidarlo y dejarlo pasar creo que debemos analizarlo para ver en que estamos contribuyendo y ver en que medida podemos hacer para solucionar algunos de sus problemas o semejanzas.
¿Empezamos por las semejanzas?
- La escuela y la prisión cuentan con un equipo directivo que regulan el orden interno y la convivencia, y que en muchos casos deciden el camino a seguir en ambas instituciones.
- Ambas instituciones cuentan con muros o vallas de una altura considerable, portones de entrada y salida, celdas en un caso y aulas en el otro, pero que al fin y al cabo pueden parecerse mucho, ya que suelen estar cerradas y poco nos enteramos de lo que pasa en el aula o celda del de al lado.
- Mirada cauta y atenta de profesores y funcionarios de prisiones que velan por un adecuado comportamiento que en algunos casos rozan un verdadero estricto regimen disciplinario.
- Ambas cuentan con un patio en el que se camina a determinadas horas, se habla, se hace algo de deporte… pero solo, a determinadas horas, cuando el horario decidido llega.
- Uno de los mayores anhelos de los allí presentes es abandonar el espacio en el que se encuentran en el menor tiempo posible. La mayoría de los niños y niñas desean abandonar pronto la escuela para hacer lo que más le gusta fuera de ella y en la prisión lo mismo, desean salir lo más pronto posible acabando su condena.
- Lo que sucede dentro de la escuela, allí se queda, del mismo modo que sucede en las prisiones. El contacto con el exterior es más que anecdótico. En ambos casos la entrada de familiares y amigos está controlado por un horario de visitas.
- Los que allí se encuentran no lo hacen por voluntad própia, de hecho, si fuera así, la mayoría de alumnos/as y prisioneros/as desaparecerian de las instalaciones. Si la escolarización no fuera obligatoria, quizás muchas de nuestras escuelas estarían vacias.
- Ambas cuentan con servicio de comedor y actividades extraescolares con las que pasar el tiempo y en ocasiones divertirse.
Pero lo importante, busquemos las diferencias… ¿Fácil?
- Los niños y las niñas después de un horario largo y angustioso pueden volver a casa donde con un poco de suerte su familia les espera con los brazos abiertos, aunque cabe decir que esto tampoco sucede siempre. En las prisiones, por más que quieran sus integrantes, no pueden volver a dormir a casa con su familia que también les quiere.
- En las prisiones están cumpliendo condena por un delito que han cometido o no, pero que la ley ha decidido, mientras que en la escuela no cumplen condena, es más, es algo por su bien, o almenos, eso decimos o pensamos. (Esto podria tomarse más como una semejanza que como una diferencia ¿No?)
- En una escuela todos estudian bajo un mismo currículo y es el maestro o maestra el que decide lo que debe hacer en cada momento, mientras que en la carcel cada uno decide lo que quiere o no quiere hacer, optando a formarse, hacer deporte, o cualquier otra cosa siempre y cuando su condena se lo permita y las instalaciones del centro también.
- Las escuelas están menos masificadas que las prisiones… ¡Creo!
- Las escuelas no son tan oscuras como pintan las prisiones en algunas imagenes…
- y … ¡no se me ocurre mucho más!
Quizás si siguiera pensando se me ocurrirían muchísimas diferencias, porque las hay. Evidentemente nuestras escuelas no son prisiones, pero es duro que estas hoy en dia se parezcan tanto. Creo que debería ser más facil encontrar diferencias que semejanzas, es más, creo que sería más sencillo que no se parecieran en absolutamente nada, si no, algo no estamos haciendo bien. Esto no es más que una reflexión para que pensemos como podemos mejorar nuestras escuelas, para que sean capaces de mejorar y transformar la sociedad en la que vivimos, logrando que dentro de un tiempo las cárceles queden en el olvido y simplemente se las recuerde en los libros de historia y de antropologia como un mero intento de resolver los conflictos por parte de una sociedad un tanto… dificil.
La escuela tiene que derribar las paredes, las vallas y los muros con los que cuenta, para convertirse en un espacio de libertad y democracia. Las aulas deben trasladarse a los parques, a los barrios, a las plazas de los pueblos… en fin, la educación ya hemos descubierto que no sucede en la escuela, la educación y el aprendizaje sucede en cualquier espacio gracias a la interacción con otras personas de su entorno… por lo tanto, la escuela es nuestro mundo, no sigamos creando espacios fictícios e irreales para fomentar un aprendizaje.
La escuela debe conseguir que sus maestros y maestras nos enamoremos de sus alumnos y alumnas, logrando así que entendamos a los niños y niñas, que les creamos, que confiemos en ellos/as, que los escuchemos, que les respetemos sus procesos de vida y que les ayudemos a crecer potenciando cada una de sus capacidades, y para eso simplemente es necesario abrir bien los ojos y olvidarse de ciertas cosas que nos atan. Maestros y maestras capaces de propiciar situaciones de aprendizaje reales, basadas en la experiencia y en la acción, impulsando un currículo flexible construido de forma colectiva con las familias y el alumnado en base a necesidades e inquietudes reales.
La disciplina, los reglamentos y las comisiones de convivencia deberian reconvertirse y dar paso a un proceso de generación de actitudes, actitudes en cada uno de los que formamos la comunidad para que seamos capaces de mostrar amor y solidaridad por el otro, que mostremos justícia y ejemplo, que mostremos diálogo y respeto. Si todo esto empieza a cambiar, no solo cambiaremos nuestras escuelas sino que conseguiremos un mundo nuevo, una nueva sociedad en la que las cárceles ya no sean necesarias, y el pensamiento de Einstein solo lo recordemos como una frase desafortunada:
«La educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela».
Si os quedais con ganas de más, aquí teneis un video interesante y cuya transcripción podeis leer gracias a la web de Amor Maternal
¿has leido «la vida en las aulas» de Philip Jackson?
El ejercicio de análisis no deja de sorprenderme por la cantidad de semejanzas encontradas entre escuela y cárcel, sobre todo por las normas y criterios a seguir, impuestos siempre por los de arriba. Si te das cuenta, esta situación no se da sólo en las escuelas o en las cárceles, si no también en l@s polític@s que nos gobiernan (que nosotr@s votamos democráticamente), o en cualquier colectivo profesional (policías,médic@s, enfermer@s:disqus ). Cuando hay jerarquía, es lo que hay, Después depende del «carácter» del que manda: hágamos memoria histórica y recordemos las atrocidades de Hitler (elegido democráticamente)..
Considero que tod@s aquell@s que se ven «sometidos» a una jerarquía, toman posiciones diferentes según sus circunstancias o experiencia vital: un@s son más sumisos, otr@s más rebeldes, un@s más trabajadores, otros más vagos, un@s más inteligentes, otr@s más lerd@google-c473aa582155fd3ee55afdfea24f436b:disqus s…lo que quiero decir con esto es que cuando se trabaja o se estudia se suele formar parte de una colectividad, de un contexto en el que irremediablemente no se puede escapar. La cuestión sería, ¿Adaptarse o «morir» intentando cambiar el mundo? Para gustos, colores.
Lidón Castillo.
Genial!!, totalmente de acuerdo!