Llegan los momentos de evaluaciones en nuestros centros, momentos de los que podriamos esperar momentos de cambios, momentos de una evaluación certera y comprometida, momentos incluso en los que fueramos capaces de reconocer todo aquello que no hemos sido capaces de hacer bien, e incluso, de pedir perdón. Pero la realidad es bastante diferente, lo único que nos preocupa en las evaluaciones, es quien pasa, quien no pasa, que notas les ponemos a cada uno, quejarnos de lo dificil que son algunos alumnos y alumnas, olvidándonos de lo mucho que han podido trabajar a lo largo del año, olvidándonos de si hemos sido capaces o no de llegar a reconocer cuales son sus necesidades y si hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos por ellos y ellas, o simplemente, si hemos sabido estar abiertos a las necesidades reales de
ellos y sus familias.
Pero parece que al final lo único importante es lo que queda plasmado en un papel, lo que marcará y decidirá su futuro sin saber muy bien si lo que se supone que «ha aprendido» realmente lo ha aprendido o ha tenido la capacidad de hacer un «corta y pega» digno de admirar. Yo trato de recordar a diario que soy una persona con mucha suerte, una de esas personas que siempre ha tenido la suerte de tener una capacidad innata para hacer «cortas y pegas» en los examenes sin mucho esfuerzo, dedicando poco tiempo al estudio y al trabajo, y que pese a no aprender nada era capaz de ser lo mejorcito de la clase sin ocasionar muchos problemas a mi profesorado, o al menos así fue durante la etapa de educación primaria. Pero entiendo que todos y todas no hemos tenido la misma suerte, ni las mismas oportunidades ni las mismas circunstancias y es ese el motivo por el que unos hemos podido llegar a lugares de «Capacitación laboral» como es la Universidad mientras que muchos otros y otras se han quedado por el camino y ahora mismo es dificil vislumbrarles un futuro donde su dignidad como persona no se vea mermada a diario.
Sinceramente, no me gustaría que esto siguiera repitiéndose y que cierta parte del alumnado que pasa por mis manos, siga el mismo proceso. Unos a la «Universidad», y otros a la «Cárcel». Y esto, al fin y al cabo es lo que acabamos haciendo cuando nuestras evaluaciones no generan nada más que un boletín de notas. Cuando nuestras evaluaciones solo se centran en la capacidad de resolver examenes dentro del aula, olvidándose de todo lo demás, y lo más importante, cuando en ningún momento se plantea que a lo mejor el problema seamos nosotros, entonces esas evaluaciones son absurdas, y muy dolorosas. Sinceramente, creo que estamos inmersos en un bucle del que necesitamos salir de forma urgentemente, y debemos hacerlo a nivel de centro, no tiene sentido que sigamos evaluandonos sólo a nivel personal, sino que debemos trasladar el debate de la evaluación a nuestros centros de forma que esto empiece a cambiar. En lugar de seguir en este bucle de evaluaciones que solo aportan dolor, deberiamos pasar por una profunda reflexión conjunta donde lo primero a evaluar sea nuestro trabajo como claustro de un centro, pasando por poner en primera linea que igual, algo no estamos haciendo bien, y a partir de ahi, empezar a trabajar.
Es tiempo de cambiar, es tiempo de evaluar, y es tiempo de empezar por uno mismo. Es tiempo de dejar de evaluar para calificar, calificar capacidades de vomitar contenidos que poco tienen que ver con lo que les pasa en su vida real. Poco tiempo he tenido para estar con mi alumnado de primero, pero de lo que estoy seguro es que haré todo lo posible hasta el último dia para ser capaz de evaluarles como se merecen, atendiéndolos como personas, tratandolos como personas y no como números, preocupándome por sus procesos y no por sus resultados, preocupándome por su situación personal y sobretodo evaluando mi propio trabajo, y eso implica, escuchar lo que las familias tienen que decir de mi. No siempre es facil escuchar lo que tienen que decir las familias, pero es tremendamente necesario. He estado poco tiempo, 1 mes y medio con ellos y ellas, pero ha sido tiempo suficiente para darme cuenta de algo, lo único que necesitan es que se les trate como personas, con cariño, y sobretodo recordándoles cada dia que son personas maravillosas con unas capacidades increibles a potenciar y a descubrir.
Realmente se poco de lo que piensan mis familias, pero me quedo con una frase que me dijo una madre el otro dia… Algo ha cambiado, algo ha pasado en este mes y medio, no sabemos muy bien que ha sido, pero algo ha cambiado…
Y con eso me quedo, con que algo, por muy poco que sea, debemos cambiar poco a poco, nos cueste lo que nos cueste. Evaluar para aprender, no evaluar para castigar. Se trata de que nuestras evaluaciones nos ayuden a mejorar, al igual que a nuestro alumnado… si durante años, todo sigue igual, algo no estamos haciendo bien. Con evaluación completa, exhaustiva, abierta, participativa y global, podemos cambiar las cosas, pero sobretodo, una evaluación constructiva y cargada de cariño, porque no podemos olvidar, que somos personas, y trabajamos con personas.